
En medio de tanto caos presente en nuestros dias tenemos que estar con la mirada en la eternidad, confiando que Aquel en quien hemos creído es fiel para sostenernos. Ni nuestras buenas obras, ni ninguna religión nos pueden salvar. Hay un único camino para entrar al cielo, y es Jesucristo el Hijo de Dios. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 1Timoteo 2:5.
Si quieres llegar a Jesús, tienes que llegar a donde él está, en lugares celestiales. La fe en El, te permite ver lo que no se ve. El mundo físico manifiesta lo que está pasando en lo espiritual. Para arreglar el problema que vemos, tenemos que ir al origen del problema, en el mundo espiritual. Si lo único que ves es lo que tienes al frente, entonces no verás más de lo que se puede ver. Aún los cientificos saben que hay muchas cosas a nuestro alrededor que no podemos ver, a menos que tengamos el instrumento correcto.
“Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados.Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo.Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios.Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes”. Efesios 6:10-18. NTV
Nuestra batalla no es contra seres humanos, sino contra enemigos invisibles, pero reales. Los demonios no quieren que sepas sus métodos, porque cuando los descubras ya venciste. El enemigo no quiere que sepas de sus estrategias engañosas, quiere que pienses que él viene con cuernos y un rabo, y opera sutilmente, discimuladamente. Los demonios necesitan un cuerpo. Tu problemas es la persona o vehiculo que ellos usan incluyendote a ti, para dañarte. Lo que busca el enemigo es que te muevas del lugar donde estás con Dios a su territorio. El único poder que satanás y los demonios tienen es el que tú les das, y el poder que les da la gente. Ellos necesitan permiso de los humanos para traer desastres. La gente les da permiso para manejar su mente y emociones, para traerles depresion. Lo que uno piensa lo lleva a la vida o a la destruccion eterna. Todo comienza en la mente, cuando las personas comienzan a creer, repetir o entretener los pensamientos del enemigo, y lo que dicen las voces que escuchan, las personas comienzan a sentirlo y a dejarlos ser parte de sus pensamientos diarios, y ahí comienza el problema.
Es ahí donde entran en operación los demonios, y hay personas que comienzan a creer que son de un género diferente al que nacieron. Una vez que le dan permiso, los demonios son como las cucarachas, no se van a otro lado sin que los fumiguen, los echen, y les cierren las entradas y limpien la casa. El diablo opera por ignorancia, por consentimiento, y por coperacion. Su trabajo es mantenerte alejado de la voluntad de Dios. Si usted piensa que el problema es la gente, o que la gente es la causa del problema, estas en problemas. La gente es real, pero no son la raíz del mal. Fortalezcanse en el Señor y en el poder de su fuerza, nuestra fuerza humana no funciona en lo espiritual. Párate firme, el pasaje que leimos, en Efesios 10 dice 3 veces que tenemos que estar firmes y de pies. Quédate donde estás, quedate en oración que es el area donde la Victoria ya se ganó en la cruz. Si tú andas con ropa impermeable, no importa que llueva, no te vas a mojar. La armadura de Dios la llevarás puesta, y aunque haya maldad a tu alrededor, no te tocará a ti. Ya Cristo fue crucificado, pero también resucitó , quédate en esa area. Porque ahí está tu Victoria, aferrate a la Victoria de la cruz.
En la cruz fue donde Cristo condenó al pecado en la carne, venció al espiritu que opera en los hijos de desobediencia, siendo obediente hasta la muerte. En la cruz, Cristo perdonó a sus enemigos, y oró por ellos, para demostrar que él practicaba lo que predicaba, dándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas. Fue en la Cruz que Jesucristo ganó acceso para que podamos entrar a la presencia de Dios en todo momento y lugar, el velo se rasgó para que entremos al trono en oración, en adoración, y en arrepentimiento. Fue en la cruz que Jesucristo derramó su sangre, la sangre que nos limpia de todo pecado, y con ella nos ha limpiado y nos ha hecho para nuestro Dios, reyes y sacerdotes para que reinemos con él sobre la tierra. En la cruz Jesucristo tomó el lugar de todo aquel que cree, para que todo aquel que crea en él no se pierda sino que tenga vida eterna. Fue en la cruz que Jesus rindió su voluntad para hacer la voluntad de Dios y mostrarnos que sí se puede hacer la voluntad de Dios el Padre. Fue en esa cruz donde fueron clavados todos los decretos, y acusaciones que estaban contra nosotros, y cada vez que el acusador nos quiere acusar esos decretos hablan en su contra. Jesus venció sobre todo principado y potestad en la cruz, y los expuso publicamente y los despojó del dominio que tenían sobre la humanidad. Cuando Jesus fue a la cruz , fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados. El le arrebató al enemigo las llaves de la muerte y del infierno. Pero hay algo más, y es que Jesus no se quedó en la cruz. Al tercer día resucitó, y le fue dado un nombre que es sobre todo nombre, para que el nombre de Jesucristo se doble toda rodilla de los que están en el cielo, en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para Gloria de Dios el Padre.
