
1- Gratitud:
“Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra; si permanecen en mi camino, les daré a conocer la salvación de Dios».”
Salmos 50:23 NTV
Cuando damos gracias de corazón por todo lo que Dios hace en nuestra vida y a nuestro derredor, lo estamos honrando y él honra a quienes lo honran, y les da a conocer su salvación. Esta salvación incluye: perdón de pecados al creer en Jesucristo, salud y libertad para el espíritu, alma y cuerpo, paz, gozo, una nueva identidad como sus hijos, un propósito, recursos para cumplirlo, y muchas cosas más.
2-Perdonar:
“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados”. Marcos 11:25. Perdonar es una decisión personal, y no tiene nada que ver con sentir hacerlo, ni tampoco significa que estamos aprobando lo que nos hicieron, ni que la relación será restaurada. Cuando perdonamos, dejamos caer una carga que nos impedía avanzar en la vida. Perdonar nos abre la puerta para que seamos perdonados.
3- Hablar vida:
“El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.” Proverbios 12:14.
Alguien dijo que tengamos cuidado con lo que decimos por si acaso nos lo tuviéramos que tragar. Definitivamente, lo que hablamos tiene consecuencias, por esa razón hay que asegurarnos que lo que estamos diciendo está de acuerdo a la palabra de Dios, que es vida, y está de acuerdo a su voluntad para nuestra vida. Sus planes son de bien y no de mal.
4- Ser pronto para oír, tardo para hablar:
“Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse.
Santiago 1:19 NTV
El ser rápidos para escuchar y lentos para hablar nos hace sabios. La sabiduría trae cambios y pone un ingrediente especial a todo lo que hacemos.
5- Ser lento para airarse:
“Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea.”
Santiago 1:19-20 NTV
El enojo trae problemas de salud, conflictos con otras personas y aún con nosotros mismos. El enojo nos impide ver los colores de la vida. Si aprendemos a dominar nuestras emociones y no dar riendas sueltas al enojo, y decidir qué nos ofende y qué no, nuestra vida y nuestro entorno cambiarán.
